jueves, febrero 09, 2006

Gricel, una historia de amor


Gricel.
Por Horacio Belmaña

Que el tango es una síntesis musical de amor y pasión no es extraño para los amantes del género, solo que pocos tangos reflejan este sentimiento en forma tan expresiva como "Gricel", compuesto por Mariano Mores, que José María Contursi -Katunga para los amigos-, dedicara al gran amor de su vida: Susana Gricel Viganó.
Aquí la primer aclaración documentada: su nombre fue Gricel y no Griselda como lo sostienen algunos estudiosos del tango.
Gricel había nacido en el porteño barrio de San Cristóbal el 15 de abril de 1920. Hija de Egidio Viganó y María Antonia Andersch Curie, ésta última eligió el nombre para su hija inspirada en un personaje de una novela francesa. El matrimonio Viganó vivió luego en Quilmes, Guaiminí (provincia de Buenos Aires) y posteriormente en la ciudad cordobesa de Capilla del Monte, en las serranías de dicha provincia, cuando Egidio Viganó debió trasladarse para oxigenar los pulmones de su esposa.
José María Contursi nació en Lanús, suburbio de la ciudad de Buenos Aires, el 31 de octubre de 1911. Era hijo de Pascual Contursi e Hilda Bríamo. Podemos afirmar que de la localidad italiana de Contursi en el Golfo de Salerno llegó a Buenos Aires la sangre renovadora y romántica de los Contursi que se trasuntó en el nacimiento del tango canción por parte de Pascual ("Mi noche triste") y se prolongó en el tango romántico de su hijo José María ("Garras", "En esta tarde gris", "Cristal", "Gricel", "Quiero verte una vez más") y otros que completaron diez y seis conocidos de amplia difusión.
No fue fácil la vida de Gricel en Capilla del Monte. Lejos de sus amigas y del entretenimiento con sus patines de rulemanes, se dedicó a colaborar en la estación de servicio Texaco que explotaba su padre, vestida con riguroso mameluco blanco, mientras recibía los cálidos piropos de los choferes de la línea de ómnibus que hacía el servicio desde la ciudad de Córdoba hasta la ciudad de La Rioja. Simultáneamente recibía clases de piano por parte de la señora Dolly C. de Nuvolone, también porteña y radicada en esa ciudad con su marido quien colaboraba con Egidio Viganó. La hija de la señora de Nuvolone, amiga de Gricel, es hoy una renombrada pintora radicada en la ciudad de Córdoba.
Pero la monotonía a menudo es quebrada por el destino. Así fue que un día recibió una carta de sus grandes amigas de Guaiminí, Nelly y Gory Omar, quienes la invitaban a pasar unos días en Buenos Aires. Gricel no dudó. Hizo aprisa sus valijas y tomó el tren que la llevaría a un destino de amor y llanto.
Los días de Buenos Aires fueron pocos pero vertiginosos. Cafés, restaurantes y negocios de la Avenida de Mayo eran visitados en forma permanente por las hermanas Omar. Pero algo más formaba parte de la vida de la gran ciudad: las audiciones radiales. Gricel y su madre fueron a presenciar la actuación de las hermanas Omar en Radio Stentor, las que le presentaron a un joven y engominado locutor que se presentó formalmente: José María Contursi, dijo él. Gricel, contestó ella. Sin sospechar que comenzaba a elaborarse uno de los tangos más sentidos y románticos.
Su regreso a Capilla del Monte mostró a una Gricel distinta. Comenzaba a desafinar en el piano ante la preocupación de la señora de Nuvolone. Saludaba a los colectiveros con la mirada distante y contemplaba las hermosas puestas de sol con profundos suspiros. Corrían los años 1935 y 1936. En ese entonces ganó todos los concursos de belleza que se realizaban en las sierras de Córdoba, pero la banda de "Miss" no alcanzaba y los suspiros proseguían.
Fue entonces que el destino dio otro golpe: en 1938 acosado por una fiebre intestinal y sin antibióticos, Contursi recibió el clásico consejo médico de aquellos años: los aires de las sierras de Córdoba. Las hermanas Omar le dijeron entonces: «¿Te acuerdas de Gricel? Vive en Capilla del Monte, en plenas sierras cordobesas».
Hacia allí partió Contursi dejando en Buenos Aires a su esposa Alina Zárate y a una hija del matrimonio, llevando consigo no solo su enfermedad sino también su afición por las faldas femeninas, su amor por el turf y por su San Lorenzo querido.
Egidio Viganó resultó impotente para impedir el romance entre su hija y un seductor "de academia". Así regresó Katunga a Buenos Aires, luciendo una nueva estrella en su bandera de seductor y tal vez canturreando: "Yo anduve siempre en amores, qué me van a hablar de amor". Pero se equivocó rotundamente. Ignoraba que al poco tiempo clamaría: "¡Qué ganas de llorar en esta tarde gris!".
Al poco tiempo necesitó regresar a Capilla del Monte inventando otra fiebre intestinal que obligó a su esposa a derramar llanto por mera intuición femenina. Fue la oportunidad en que Contursi se entregó de lleno al desenfreno amoroso que lo impulsó a escribir tantas letras de tango. Finalmente un día tuvo que optar, y como hombre cabal volvió al lado de su esposa con intestinos sanos pero con el corazón destrozado al igual que Gricel, quien vio partir el tren destruida en sus afectos pero jurando no llorar nunca más.
Luego vino un epistolario amoroso que presentaba una marcada diferencia: las cartas que llegaban de Buenos Aires estaban impregnadas de profunda tristeza; las que partían desde Capilla del Monte lo eran con letra firme. Esto fue así hasta que un día, llegó una carta con la letra de "Gricel".
Todo cambió: Don Egidio Viganó, su alemana esposa, los colectiveros y los residentes en la ciudad comenzaron a vivir un clima lacrimógeno y Gricel comenzó a ser llamada: "Gricel, la del tango". No hubo concurso de belleza realizado en el Valle de Punilla que no fuese ganado por Gricel quien comenzó a frecuentar los bailes del Hotel Victoria de Capilla del Monte donde se disputaban el privilegio de bailar con ella. Todo era insuficiente, pero Gricel no quería llorar pese a su desventura y se propuso recomponer su vida.
Así fue que en la vieja y clásica Confitería del Plata de la ciudad de Córdoba, propiedad de Egidio Belloni, y en la que Gricel escuchó alguna vez a Gregorio Barrios cantar el bolero "Final", conoció a Jorge Camba con el que contrajo matrimonio en 1949. Tuvieron una hija, Susana Jorgelina, pero hubo un problema: Camba también era afecto a las faldas y la abandonó en uno de sus frecuentes viajes al Chaco uniéndose a Vilma Rabez. Gricel tampoco lloró. Había heredado el fuerte carácter alemán de su madre. Sus días transcurrían aplicados a la educación de su hija, al dictado de clases de telar en dos colegios y al cultivo de los idiomas inglés e italiano.
Un día del año 1962 llegó a Capilla del Monte el célebre bandoneonista cordobés Ciriaco Ortiz. Le traía la noticia de la viudez de Contursi, jurando que no era emisario de nadie. También le transmitió que su gran amor sólo encontraba consuelo en el alcohol que consumía en la confitería El Molino. Nuevamente el fuerte carácter heredado de su madre se hizo presente y con algunas mentiras y excusas dirigidas a su hija partió en el ómnibus de la Costera Criolla rumbo a Buenos Aires. Se encontró con su gran amor en esa confitería
Ignoramos excusas y perdones, pero a partir de ese momento Gricel viajó permanentemente a Buenos Aires alojándose en la casa de Contursi en calle Chaco nº 20, 3er. Piso "H". Los hijos de Katunga a su vez viajaban a Capilla del Monte acompañando a Susana y su abuela alemana.
Pero una constante en la familia Contursi seguía presente: el alcohol, con el consecuente deterioro de la salud de Contursi. Fue entonces cuando Gricel tomó la decisión: "Nos vamos a Capilla del Monte". Pero el whisky queda aquí. Gricel y Contursi volvieron a Capilla del Monte a disfrutar las puesta de sol sin obstáculo alguno. No obstante la salud de Katunga, sufría verdaderos estragos hasta que en Cosquín, localidad ubicada a solo 30 kilómetros de Capilla del Monte, el Dr. Santos Sarmiento logró una pausa en ese deterioro. Fue sólo eso, una pausa, pese a lo cual el momento anhelado por Gricel y Contursi llegó el 16 de agosto de 1967, oportunidad en que en el folio 275, libro III, el párroco César Emilio Ferreira dijo:
«El día 16 de agosto de 1967, el infrascripto Párroco de Capilla del Monte en la Capilla de las Hermanas Cabrini, requerido y obtenido el mutuo consentimiento, unió en matrimonio a Don José María Contursi, de 56 años de edad, viudo de Doña Elina Zárate, con Doña Susana Gricel Viganó, de 47 años de edad, de estado soltera».
Una aclaración documental: Gricel contrajo matrimonio con Camba únicamente por casamiento civil. Para la Iglesia permanecía soltera.
El matrimonio duró cuatro años y nueve meses. Hacia 1970 frecuentaban la casa de un amigo común con el autor de esta nota, Emilio Velich, ex gerente de SADAIC e hijo de Juan Velich, en reuniones donde se desgranaban anécdotas y se cantaban tangos, pero la felicidad duró poco tiempo. El 11 de mayo de 1972 Contursi abandonó el tango y este mundo. Lo hizo en brazos del novio de Susana, Oscar Iacobelli, quien con lágrimas en los ojos, me confesó: «Contursi murió como era. Murió en mis brazos, como un señor». Gricel lo había acompañado hasta el día anterior pero presintiendo el desenlace no quiso llorar.
Gricel vivió luego en Villa Allende, localidad también ubicada a tan solo 35 kilómetros de Córdoba para finalizar sus días en la calle Las Palmeras nº 229 de Villa Rivera Indarte, en las cercanías de Villa Allende y Córdoba en una casa rodeada de palmeras y vegetación. En la casa vecina, ubicada en el nº 231, residió su hija Susana. Gricel tenía diagnosticada leucemia. No pudo vencer a la muerte pero sí venció al dolor. Falleció el 25 de julio de 1994 víctima de un derrame cerebral. Sus cenizas reposan en Villa Rivera Indarte, mientras que los restos de Contursi descansan en el Panteón de SADAIC en Buenos Aires.
José María Contursi dejó cuatro hijos de su matrimonio: el único varón, Lucio, falleció muy joven víctima de cáncer. Sus hermanas Ethel y Amalia residen en Buenos Aires y Hebe en la ciudad de Mendoza. Amalia, gran admiradora de las sierras cordobesas, vivió hasta hace dos años en la calle Las Palmeras 229.
La familia Viganó se prolongó a través de Susana Jorgelina, posteriormente de Iacobelli, en tres hijos: Santiago, Luciana y Gricel (15). Los que hemos tenido el privilegio de conocerlos podemos afirmar que las nietas de Gricel compiten en belleza con su abuela. Susana Jorgelina vive actualmente con sus hijas en la ciudad de Viedma donde ejerce su profesión de nutricionista.
Algo más en esta tierna y dramática historia: Jorge Camba y Vilma Rabez volvieron a Córdoba viviendo en la casa de Susana o sea contigua a la de Gricel durante dos años antes de la muerte de ésta y en una rara y perfecta armonía. Camba, por su parte, falleció en 1996. Vilma Rabez aún vive a la fecha de esta nota (marzo de 2002).

Es la historia real de un tango que conmovió a generaciones por su belleza y profundidad como todo lo que escribió Contursi, gran parte de los cuales estuvieron inspirados en este amor que por momentos parecía imposible.
Nuestra presencia en los lugares descriptos, unidos al contacto con los seres allegados a Gricel y a sus pertenencias, incluyendo a su perro "Colita" que aún la sobrevive no hacen más que reavivar lo que esta hermosa pieza musical ya provocaba en nuestra juventud.


Grisel

"No debí pensar jamás en lograr tu corazón
y sin embargo te
busqué hasta que un día te encontré

y con mis besos te aturdí sin
importarme que eras buena...

Tu ilusión fue de cristal,se rompió
cuando partí

pues nunca, nunca más volví…¡Qué amarga fue tu
pena!


No te olvides de mí, de tu Gricel,
me dijiste al besar el Cristo aquel
y hoy que vivo
enloquecidoporque no te olvidé

ni te acuerdas de mí...¡Gricel!
¡Gricel!


Me faltó después tu voz y el calor de tu
mirar

y como un loco te busqué pero ya nunca te encontré
y en otros besos me aturdí…¡Mi vida toda fue un engaño!
¿Qué será, Gricel, de mí? Se cumplió la ley de Dios
porque
sus culpas ya pagóquien te hizo tanto daño."

lunes, febrero 06, 2006

Mi Repertorio

...Quiero compartir con ustedes el repertorio que fuí armando desde hace 3 años, van a encontrar desde los clásicos hasta los contemporaneos, el mismo se va actualizando constantemente por la propia necesidad de renovarnos y en muchos casos por pedido de los amigos que concurren a nuestros recitales.



Absurdo: Virgilio Esposito / Homero Esposito
Adiós Nonino: Astor Piazzolla / Eladia Blázquez
Afiches: Atilio Stampone / Homero Expósito
Anclao en Paris: Guillermo Barbieri / Enrique Cadícamo
Ave de Paso: Charlo Enrique Cadícamo
Balada para mi Muerte: Astor Piazzolla / Horacio Ferrer
Balada para un Loco: Astor Piazzolla / Horacio Ferrer
Bon jour Mama: Alberto Mastra / Josefina Barroso
Cada vez que me recuerdes: Mariano Mores / José Maria Contursi
Café la Humedad: Cacho Castaña
Cafetín de Buenos Aires: Mariano Mores / Enrique S. Discépolo
Cambalache: Enrique S. Discépolo
Caminito Soleado: Carlos Gardel / Alfredo Lepera
Cantor de mi Barrio: Edmundo Rivero / Francisco Loiácono
Caserón de tejas: Sebastián Piana / Cátulo Castillo
Chiquilín de Bachín: Astor Piazzolla / Horacio Ferrer
Como dos Extraños: Pedro Laurenz / José María Contursi
Confesión: Enrique S. Discépolo / Luis Cesar Amadori
Contramarca: Rossi / Brancatti Cordón: Chico Novarro
Cristal: Mariano Mores / José M. Contursi
Cualquiera de estas Noches: Eladia Blázquez
Cuando tu no estas: Gardel / Lattes/ Le Pera / Battistella
Cuartito Azul: Mariano Mores / Mario Batistella
Desencuentro: Aníbal Troilo / Cátulo Castillo
Después: Hugo Gutiérrez / Homero Manzi
Divina: Joaquín Mora / Juan de la Calle
El Abrojito: Luis Bernstein / Jesús F. Blanco
El Amor Desolado: Alberto Cortéz / José Dicenta Sánchez
El Cantor de Buenos Aires: Juan Carlos Cobián / Enrique Cadícamo
El Corazón al Sur: Eladia Blázquez
El Milagro: Armando Pontier / Homero Exposito El Último Café: Héctor Stamponi / Cátulo Castillo
El Último Round: Chico Novarro
Ella se reía: Enrique Cadícamo (poema lunfardo)
Fangal: Enrique S. Discépolo / Hnos. Expósito
Flor de Lino: Héctor Stamponi / Homero Expósito
Fuimos: José Dames/Homero Manzi
Garganta con Arena: Cacho Castaña
Garúa: Aníbal Troilo / Enrique Cadícamo
Gricel: Mariano Mores / José M. Contursi
Hilachas: Chico Novarro
La Casita de mis Viejos: Juan C. Cobián / Enrique Cadícamo
La Luz de un fósforo: Alberto S. Villanueva / Enrique Cadícamo
La ultima Curda: Aníbal Troilo / Cátulo Castillo
La ultima grela: H. Ferrer / A. Piazzolla
Libertango: Astor Piazzolla / Horacio Ferrer
Los Cosos de al lado: Marcos Larrosa / José Canet
Los Mareados: Juán C. Cobián / Enrique Cadícamo
Los Pájaros Perdidos: Astor Piazzolla / Mario Trejo
Madame Ivonne: Eduardo Pereyra / Enrique Cadícamo
Malena: Lucio Demare / Homero Manzi
Malevaje: Juan de Dios Filiberto / Enrique S. Discépolo
María: Aníbal Troilo / Cátulo Castillo
Mensaje: Enrique Santos Discépolo / Cátulo Castillo
Mi Negro Volvé: Chico Novarro
Mi vieja Viola: Humberto Correa
Mi viejo Julián: Centeya (poema lunfardo)
Milonga del Trovador: Astor Piazzolla / Horacio Ferrer
Milonguita: Enrique Delfino / Samuel Linning
Nada: José Dames / Horacio Sanguinetti
Naranjo en Flor: Virgilio Expósito / Homero Expósito
Nostalgias: Juan Carlos Cobián / Enrique Cadícamo
Nuestro Balance: Chico Novarro
Pedacito de Cielo: Enrique Francini / Homero Expósito
Por la vuelta: José Tinelli / Enrique Cadícamo
Por una Cabeza: Carlos Gardel / Alfredo Lepera
Que me van a hablar de amor: Héctor Stamponi / Homero Expósito
Que tango hay que cantar: Rubén Juárez / Cacho Castaña
Quien dice tango: Chico Novarro
Quien puede juzgarte: Chico Novarro
Remembranzas: Mario Melfi / Mario Batistella
Romance de Barrio: Aníbal Troilo / Homero Manzi
Rubias de New York: Carlos Gardel / Alfredo Le Pera
Siga el corso: Anselmo Aieta / Francisco García Jiménez
Silbando: Piana / Catulo Castillo / José González Castillo
Sin Lágrimas: Charlo / José Maria Contursi
Sin tu mitad: Eladia Blázquez / Saúl Cosentino
Soledad: Carlos Gardel / Alfredo Le Pera
Sueño de barrilete: Eladia Blázquez
Sueños de juventud: Enrique Santos Discépolo
Sur: Aníbal Troilo / Homero Manzi
Taxi Mío: Carlos Taboada / Rodolfo Tabeada
Tinta Roja: Sebastián Piana / Cátulo Castillo
Toda mi vida: Aníbal Troilo / José M. Contursi
Tormenta: Enrique Santos Discépolo
Tu Pálida Voz: Charlo / Homero Manzi Una Canción: Anibal Troilo / Cátulo Castillo Una emoción: Raúl Kaplún / José Maria Suñé
Uno: Mariano Mores / Enrique S. Discépolo
Ventarrón: Pedro Mafia / José Staffolani
Viejo Tortoni: Eladia Blázquez / Héctor Negro
Vuelvo al Sur: Astor Piazzolla / Pino Solanas
Yira…Yira: Enrique Santos Discépolo
Yuyo Verde: Domingo Federico / Homero Expósito

Café del Sol













Café del Sol, clásico reducto emplazado en el centro de la capital correntina, por calle La Rioja a la altura del 700. Sus propietarios, Julio Alvarez y Alfredo Campos, implementaron la modalidad de ceder el espacio a concentraciones culturales (muestras de arte, presentaciones de libros, charlas, obras de teatro y recitales de cantantes de la zona) constituyendo así, un tradicional punto de encuentro que por la mañana congrega la tertulia de la gente habitué y por la tarde, presta su íntimo espacio a los encuentros de escritores, periodistas y turistas que acceden al lugar atraídos por su particular arquitectura, con gigantescos murales que se encolumnan en la sala principal, obra del artista plástico José Kura que representan las cuatro estaciones del año y una magnífica araña que pende del techo y cuya diseño corresponde al arquitecto Julio Alvarez.De marzo a diciembre, Café del Sol reserva los fines de semana para eventos privados y espectáculos culturales.
En julio del 2003 comencé mi compromiso con el tango junto a Gory Varela desde ese momento en forma ininterrumpida llevamos a cabo recitales los ultimos viernes de cada mes para nuestros amigos tangueros que fielmente nos acompañan desde entonces.
corrientes_cafedelsol@hotmail.com

sábado, febrero 04, 2006

Recital junto a Opus Cuatro

Estas fotos fueron obtenidas en el año 2004, en el Centro Cultural Ituzaingó, en Ituzaingó, Corrientes, compartimos escenario junto a estos entrañables amigos quienes con sus años de escenario y de recorrer el mundo lograron la humildad de los grandes permitiendo que muchos artistas podamos, de igual a igual, compartir el canto para los demás.

Visite la página de Opus Cuatro: www.opuscuatro.com